abril 30, 2012

Variedad de Riemann



Un bozal para que se callara maldita la boca y dejara hacer mi trabajo.  Recostado sobre la placa de metal conectada a generador encendería el artefacto y le freiría aplicadamente cuidando retener su conciencia.  Le despegaría sin el menor cuidado de la plataforma, habría que desollarle lo más posible.  Le metería en una tinaja llena de almíbar y mieles espesas, alcatraces inmarcesibles, vestigios de mi antigua industria apícola sobre su piel y ojos frescos.  Con un zapato de mujer tacón azul turquesa dentro sus ojos, eventualmente contra su cerebro y el bozal ahora innecesario.  Escalpelo y retiraría el cuero cabelludo ―ya mera degustación naturalista―.  En las cuencas vacías, [y por qué no, a manera de firma], dos bombillas, 150 watts cada una por detrás del vómer y puenteadas hacia dos limones en que enraízan cables de cobre y un paseo con mi hija y su perrito al parque.

2 comentarios:

  1. ¿ Quién será el críptico personaje que esconde tu relato?
    Salud Don Belianis.

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  2. No yo, ciertamente. Y espero no sea tampoco alguien que conozca mi domicilio.

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