enero 26, 2020

Tarde en la Jesús Gallardo

«Fragmentación», Sebastián Beltrán

1. Meteora
2. The Fly
3. Sumas y restas, es más fácil saber cómo se hace una cosa que hacerla
4. True Stories

1. Meteora fue quizá la más decente entre las exposiciones que ocupaban la galería en esta amalgama rara de cosas contemporáneas, adjetivo con el cual, quizá desde siempre, uno puede salirse con la suya impunemente.
El artista Sebastián Beltrán, originario de Ensenada, Baja California, propone una serie de objetos, si no muy profundos en su concepto, por lo menos sí muy atractivos y bien realizados a nivel plástico. Muy limpios y con una frescura infantil sincera.
No tengo del todo claro lo que sentí ante estos objetos. Creo que algo semejante a cuando camino por un museo tipo Explora: una especie de animosidad aventurera revuelta con convivencia familiar y comida rápida de la cafetería.
Tal vez en eso reside la gracia de esta muestra, en que las piezas están curadas como queriendo parecer una exposición científica, llena de dioramas, gradientes mineralógicos, diagramas… Pero es un engaño. Aquí no hay ciencia y no queda sino sonreír lacónicamente ante tan buena ¿puntada?

Sebastián Beltrán

2. The Fly es un trique inflable inmensamente burdo y empolvado que no esconde ser una mosca muerta ―digo muerta porque está patas arriba― con la que cabe hacerse una pregunta esencial: ¿para qué?
Es decir, no nos queda la menor duda de que zurcir las partes de algo de este tamaño y encima inflarlo, debe ser un proceso complejo y admirable, más cercano a la astronáutica que a otra cosa. Y supongo que, queriéndole encontrar tres pies al gato, es provocativo meter un objeto tan obscenamente innecesario en un cuarto.
¿Pero y qué? Lo obsceno no viene con garantía y además, repito, la mosca estaba demasiado empolvada para su propio bien. La impresión que verdaderamente me dio fue la de una pieza muy reciclada, la de un inflable mugroso y sudado en la fiesta infantil de mi primita, listo para que los niños salten sobre él toda la tarde. ¿Qué más da que sea enorme? ¿Qué más da que se pueda intelectualizar lo que a uno se le antoje?
¿Mencioné al artista? ¿Ah, no? Bueno: una ovación de pie para Florentijn Hofman.

Florentijn Hofman (se fue de espaldas con la ovación)

3. Sumas y restas, es más fácil saber cómo se hace una cosa que hacerla es una muestra del trabajo de Kiko Pérez y Ana Navas, artistas beneficiarios de una residencia artística llamada Charco. Iré al grano: la exposición daba un sentimiento muy agradable si se la consideraba como decoración. Es decir: esta sala de la galería quedaba, sin duda, muy habitable y amena con las obras colgadas en sus muros.

El culebra. Hecho con pielllllleonesa

No sé si será el cansancio el que me hace plantarme tan negativo. Me siento como un crítico viendo la paja en el ojo ajeno, o algo así… Además, es más fácil ―y menos comprometido― escribir sobre una exposición que hacerla, pero ai'andas. A su favor: las piezas estaban perfectamente realizadas. Me gustó el aspecto engañoso que daban algunos de los objetos en relación a la sala: una bidimensionalidad imposible, Daliniana.

En «Sumas y restas»

4. True Stories es una película dirigida por David Byrne, vocalista y compositor de The Talking Heads. ¿Qué puedo decir? Pobre David Byrne. Estoy seguro que ha conocido mejores tratos. No me quedé a ver su película ni lo habría considerado, por el simple hecho de que la calidad de la copia proyectada era mala. Carajo, esto es una galería, ¿qué no? Entre sus misiones seguramente está la de ofrecer calidad. Educar. Buscar excelencia. Formar públicos. ¿Cómo vas a hacer todo esto con una copia mediocre? Para eso ya está YouTube.
Sólo se me ocurre que, si yo tuviese una sala de proyección, para mí sería una obligación infranqueable conseguir la mejor copia disponible. Y desde hace tiempo que True Stories existe en Blu-ray, cortesía de Criterion Collection.
Lo mismo con la curaduría: uno le da oportunidad a los textos pegados en los muros esperando encontrar algo, lo que sea: una idea estimulante, una insinuación poética en torno a las piezas, una pauta de rumbos de reflexión posibles… Pero nada. Sólo encontré ortografía deficiente, traducciones flagrantemente automáticas, indolencia.
Y no me quejo por quejarme: esta galería es un espacio que me ha gustado siempre y que, creo, lo tiene todo para ofrecer algo valioso en un escenario magnífico.
Por algún motivo, recuerdo mucho la exposición con que inauguró la galería. No sé si iría con la escuela, pero sí recuerdo que me encontré con obras que, incluso siendo yo un niño de diez años, me lastimaron con gran franqueza: unos cuadros azulosos de Picasso, y una escena terrible de algo relacionado con el abyectísimo KKK, pintada por Chávez Morado. Una cruz de horcas…
Según se dijo aquel día, estos cuadrazos pertenecían a la colección personal de Jesús Gallardo Carrillo. Pero en fin, que esos días quedaron ya muy lejos.

Chávez Morado