György Ligeti ha sido, baste decirlo de este modo, una constante
en mi comprensión de la música, una continua fuente de inspiración y un ejemplo
cabal de integridad artística. Disfruto mucho su música. Lo menos que podría
decir es que me ha marcado, sobre todo en mi forma de proceder en ámbitos que
trascienden lo musical, como son el literario y el audiovisual. No quiero
extenderme ahora en mi opinión de este tema por dos razones: la primera es que
no quiero aburrir a nadie (hoy); la segunda es que sobre aquello que disfruto,
habrá siempre ocasión natural de que mis reflexiones me traigan de vuelta. Hoy
me limito a una observación escueta de una de las primeras piezas que le
escuché: Arc-en-ciel.
Arc-en-ciel es quizá uno de los más claros
ejemplos de contrapunto en la música de hoy. Hay contrapunto en todo: entre lo
que hace la mano izquierda y lo que hace la derecha. La mano izquierda traza,
en las primeras tres notas, un arpegio que conforma un acorde de Mi menor.
La derecha, por
su parte, muestra un Do mayor. Inicia de este modo, casi como un juego, algo
que se vuelve más complejo a medida que la pieza avanza, y que es el hecho de
que cada mano comporta una armonía distinta.
La indicación del valor del
compás es de ¾, con la sugerencia ―entre paréntesis― de un dos sobre negra con
puntillo, hermosamente asimétrico. De la combinación de estas disposiciones
resulta el entramado de líneas punteadas que vemos como una suerte de compás parcial,
que funciona sobre todo de guía, y que tiene un efecto directo en la
acentuación. De esto desprendemos que hablamos también de un contrapunto
rítmico.
El contrapunto en la melodía
se adivina en que cada acorde está desglosado en sus arpegios y las voces se
conducen en descensos leves y fatigados. Y la pieza en sí da una impresión vaga
y ensoñadora. Con eleganza, with swing, sugiere Ligeti en la indicación
del tempo, casi jazz. Arcoiris, líneas suaves y acuosas que se desprenden como
rebotando diáfanamente por un perfil escalonado, o algo así es lo que me
imagino cuando la oigo. Una débil concatenación de salpicaduras, de gotitas
fractales, de prismas lluviosos.
Y esto es lo que puedo decir
del primer compás, sobre todo porque únicamente del primer compás puedo decir
algo. Después de este punto las cosas sobrepasan mi muy elemental instrucción
musical: acordes que ya no sé cómo se llaman, ritmos que ya no sé dónde
encuadrar; dejo la partitura para quienes puedan llevar este gusto de disección
arqueológica a compases posteriores. Y para los que no, creo que de todos modos
es siempre interesante contemplar una partitura en su valor gráfico, escuchar
la pieza mientras se observa su equivalente notado, y alcanzar a atemorizarse
por lo que algunos ―siempre pocos― compositores hacen con los números entre las
manos como si fueran plastilina.
Ligeti, qué bato!!!
ResponderBorrarPara tener una instrucción básica consigue seducir con excelencia. Una entrada preciosa. Muchas gracias por la partitura, a buen seguro haré uso de ella.
ResponderBorrarY yo agradezco a usted sus palabras y su estimulante asiduidad. Un saludo, como siempre
Borrarallons maintenant retourner sur la lune?
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