O ser como Wittgenstein, para estar tan
absolutamente extraviado en la propia mente como para que me bastara. Así en
vez de un blog me dedicaría a la redacción necesariamente perfecta y sobrenatural
de un libro de aforismos de escasas treinta páginas donde iría implícita la
única verdad de interés humano. Enviaría el libro junto con una carta a mi
amigo matemático ―el único amigo, seguro― para decirle que no
espero que entienda el manuscrito que le hago llegar, pero que me consta que en
él va todo lo que necesita saberse sobre lo que sea.
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mejor nos vemos para hacernos transparentes...
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