septiembre 11, 2012

Réponse des Femmes


He decidido acercarme a la obra de Agnès Varda, cineasta belga. Lo primero que vi de ella lo vi ayer y se llama Réponse des Femmes (1975).

Ser mujer es vivir en un cuerpo de mujer. Soy yo. Todo mi cuerpo soy yo.
No me limito a los ardorosos puntos del deseo masculino.

Veo que para cumplir esta intención de conocerla voy bastante desarmado, casi partiendo de cero. Quiero entender lo que esta mujer implica en la historia del cine pero no tengo la menor idea de por dónde irme. Y creo que esto es así ―lo de no saber de ella― porque a Agnès Varda se le ha relegado al extraño y sombrío rincón al que algunos otros directores han ido a parar en sus complicadas y semejantes trayectorias (Marker, Paradzhánov…) y que a mi parecer los ha arrastrado junto con sus obras a un estancamiento casi total en la opinión de la gente.
Entiendo que lo que la crítica señala a veces como hermético no es sino el grave descuido tomado a la hora de la difusión, una indiferencia que limita el encuentro de una obra con su público y que, está claro, confirma más bien la indolencia vulgar de las distribuidoras y los organismos que regulan lo que en su opinión es consumible o no; confirma también el predominio de unos criterios de permanencia que se reducen a lo mercantil.
Pues Varda no es hermética ni mucho menos ―o no me lo ha parecido en este primer encuentro, como sea―, más bien no cumplió con esos criterios de permanencia en el mercado y visiblemente hay un desajuste ideológico entre lo que Varda dice y lo que al pensamiento hegemónico le gustaría escuchar.

Ser mujer es también tener una cabeza de mujer.
Pero una cabeza que piensa diferente a la de un hombre.

Yo había tenido inquietud por ver sus trabajos porque todas las imágenes sueltas que encontré anteriormente reclamaban ser puestas en su lugar y metraje. Y también porque, al menos en un sentido pictórico, fue evidente que estaba ante algo característico, algo que seducía y era fresco, acaso el signo de nuevas figuras dentro del cine. No me equivocaba tanto.
Dejo de lado lo discursivo, pero valga la mención, esta película es un pequeño panfleto para el Día Internacional de la Mujer de 1985 que intenta responder a preguntas como “¿Qué es una mujer?, o “¿Todas las mujeres quieren ser madres?”…y así sucesivamente. Lo cierto es que no responde casi nada y se dedica más bien a formular e instigar reflexiones.
El formato es un poco el de cine-ensayo, documental y su prudente componente de irrealidad. Las imágenes responden a un texto, y por él están articuladas. A mí, como espectador novel de Agnès me ha llamado mucho la atención el uso del color y la forma de componer cada cuadro.

Cada vez que desvisten a una mujer para vender un producto
la desvestida soy yo. La expuesta soy yo.

Como dije, de esta realizadora sabía poco. Pero buscándola —en internet, dónde diablos más— he podido conocer lo que parece esencial de ella: que nació en Bruselas, que se le enuncia cómodamente junto a la gente de la Rive Gauche, que algunos le insinúan un cierto lugar como abuela de la Nouvelle Vague, y que su cine podría ser acusado de feminista. Cosas secundarias todas, importa más bien acceder a la obra en vez de platicarla. No queda gravoso verla, dura ocho minutos.

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