He
decidido acercarme a la obra de Agnès Varda, cineasta belga. Lo primero que vi
de ella lo vi ayer y se llama Réponse des Femmes (1975).
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Ser mujer es vivir en un cuerpo de mujer. Soy yo. Todo mi cuerpo soy yo. No me limito a los ardorosos puntos del deseo masculino. |
Veo que
para cumplir esta intención de conocerla voy bastante desarmado, casi partiendo
de cero. Quiero entender lo que esta mujer implica en la historia del cine pero
no tengo la menor idea de por dónde irme. Y creo que esto es así ―lo de no
saber de ella― porque a Agnès Varda se le ha relegado al extraño y sombrío
rincón al que algunos otros directores han ido a parar en sus complicadas y
semejantes trayectorias (Marker, Paradzhánov…) y que a mi parecer los ha
arrastrado junto con sus obras a un estancamiento casi total en la opinión de
la gente.
Entiendo
que lo que la crítica señala a veces como hermético no es sino
el grave descuido tomado a la hora de la difusión, una indiferencia que limita
el encuentro de una obra con su público y que, está claro, confirma más bien
la indolencia vulgar de las distribuidoras y los organismos que regulan lo que
en su opinión es consumible o no; confirma también el predominio de unos
criterios de permanencia que se reducen a lo mercantil.
Pues
Varda no es hermética ni mucho menos ―o no me lo ha parecido en este primer
encuentro, como sea―, más bien no cumplió con esos criterios de permanencia en
el mercado y visiblemente hay un desajuste ideológico entre lo que Varda dice y
lo que al pensamiento hegemónico le gustaría escuchar.
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Ser mujer es también tener una cabeza de mujer. Pero una cabeza que piensa diferente a la de un hombre. |
Yo había
tenido inquietud por ver sus trabajos porque todas las imágenes sueltas que
encontré anteriormente reclamaban ser puestas en su lugar y metraje. Y también
porque, al menos en un sentido pictórico, fue evidente que estaba ante algo
característico, algo que seducía y era fresco, acaso el signo de nuevas figuras
dentro del cine. No me equivocaba tanto.
Dejo de
lado lo discursivo, pero valga la mención, esta película es un pequeño panfleto
para el Día Internacional de la Mujer de 1985 que intenta responder a preguntas
como “¿Qué es una mujer?, o “¿Todas las mujeres quieren ser madres?”…y así
sucesivamente. Lo cierto es que no responde casi nada y se dedica más bien a
formular e instigar reflexiones.
El
formato es un poco el de cine-ensayo, documental y su prudente componente de irrealidad. Las imágenes responden a un texto, y por él
están articuladas. A mí, como espectador novel de Agnès me ha llamado mucho la
atención el uso del color y la forma de componer cada cuadro.
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Cada vez que desvisten a una mujer para vender un producto la desvestida soy yo. La expuesta soy yo. |
Como
dije, de esta realizadora sabía poco. Pero buscándola —en internet, dónde
diablos más— he podido conocer lo que parece esencial de ella: que nació en
Bruselas, que se le enuncia cómodamente junto a la gente de la Rive
Gauche, que algunos le insinúan un cierto lugar como abuela de la Nouvelle
Vague, y que su cine podría ser acusado de feminista. Cosas secundarias todas, importa más bien acceder a la obra en vez de platicarla. No queda gravoso verla, dura ocho minutos.
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