octubre 12, 2013

1. Epígrafe

Lo que sigue es la página 11 de Las raíces del azar de Arthur Koestler.



          Me hizo reír brevemente. Pensé que iba a tono con el proyecto en el que bien podía o no estar hundido hasta el cuello sin saberlo y sin garantías. Y le va bien a cualquier proyecto en mi horizonte, sin ir más lejos. Sé que otros axiomas postulan la brevedad, la sencillez, la claridad como pautas esenciales al hablar de lo que sea. Me acordé de otra línea, esta vez de A. E.* en el prefacio a su Teoría de la Relatividad, excusando su demasiada redundancia: la elegancia dejémosla para los sastres y zapateros.

 * El verdadero A. Einstein. Sé de un farsante por ahí al que le adjudican un número de frases estúpidas aproximadamente infinito.

2 comentarios:

  1. De la última a la primera entrada de estas que numeras, Rodolfo, me conforta ver la claridad con la que te detienes sin perder ritmo, como leí que decía algún sabio: " apresúrate lentamente", con reflexiones breves que no lacónicas. En segunda lectura iré dejando cuenta, querido amigo.
    Un abrazo

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    1. Para mí es siempre estímulo valioso contar tu lectura, Manuel; con ella no pido más para estos textos. Respecto a su brevedad, hace un tiempo que empecé a sospechar que en la extensión de lo escrito estaba muchas veces cifrado mi propio miedo por dejarlos decir lo que ya decían, así fuera poco (o nada), o quizá precisamente por su extensión más bien nada. Estoy probando nuevas formas, no sé si para bien, tampoco entregándome a ellas. Pero más me vale esto por ahora a no decir cosas. Gracias por pasar por acá, admirado amigo, como siempre. Un abrazo.

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