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Pensando un poco en esas películas densamente enturbiadas por detalles infinitos donde la pretensión de proceder... ¿novelísticamente...? imita un mundo que, desde siempre, no es el suyo. |
El cine
es un arte especialmente difícil de dominar a razón de la multiplicidad de
dones ―a veces contradictorios― que exige. Si tantos superinteligentes y muy
artistas han fracasado en la puesta en escena es porque no poseían a la vez el
espíritu analítico y el espíritu sintético que sólo de mantenerlos alerta
simultáneamente permiten desbaratar las innumerables trampas creadas por la
fragmentación de un plan de rodaje y el montaje de los films. De
hecho, el mayor peligro que corre un director es el de perder el control de su
film durante el proceso de realización, y esto es algo que ocurre con más
frecuencia de lo que se cree. Cada plano de un film, de una duración de tres a
diez segundos, es una información que se da al público. Muchos cineastas dan
informaciones vagas y más o menos legibles (...) Ustedes me dirán: "¿Es la
claridad una cualidad tan importante?" Es la más importante. Un ejemplo:
"Fue entonces cuando Balachov, comprendiendo que había sido engañado por
Carradine, fue en busca de Benson para proponerle que tomase contacto con
Tolmachef y dividir el botín entre ellos, etc." En muchos films ustedes
han escuchado un diálogo de este tipo y durante este parlamento se han sentido
perdidos e indiferentes, pues si los autores del film saben muy bien quiénes son
Balachov, Carradine, Benson y Tolmachef y a qué cabezas corresponden esos
nombres, ustedes no lo saben, incluso si sus rostros se han mostrado ya tres veces; y no lo saben en virtud de esta ley
esencial del cine: todo lo que se "dice" en lugar de ser "mostrado"
se pierde para el público.
François Truffaut, El cine según Hitchcock.
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