agosto 26, 2014

Nélida, Nuria


NÉLIDA: (…) Remo decía que luna y azúcar se pegan a los dedos como el pedacito justo de cada canción, ése que ya no se olvida por días, una lunita que mengua poco a poco pero vuelve, infatigable a bailar en la punta de la lengua. ¿Ustedes no saben olvidarse las canciones? Es realmente muy difícil olvidarse las canciones.

GUARDIÁN: Uno busca sin esperanza, y cuando encuentra se queda como helado.
A veces hasta siente un desencanto.


REMO: Violines y oboes, limón con azúcar y regaliz.


Mi querido Remo: Espero que al recibo de la presente te encontrarás bien de salud en compañía de todos tus familiares.
Todos tus familiares a saber la tortuga Berta, la estrella de mar seca con una pata de menos, y las obras completas de Manuel Machado encuadernadas en medio tafilete verde.
De mí puedo decirte que estoy pasando un veraneo sumamente en compañía de mis querido papá y mamá, esos dos monstruos que me secuestran con paredes de ternura y me torturan con látigos en cuyas puntas hay un beso.


REMO: (…) Sos el pedazo de maldad que correspondía a este decorado. Y yo me lo fui a buscar, yo me lo traje cantando, yo me visto con él todas las noches. (…)
A esta hora nos vamos poniendo idiotas.

NURIA: Es un alivio, nos mentimos con más facilidad.


NÉLIDA: Pero esa gente somos nosotros mismos. Las pesadillas son así, a uno le ocurren espantos y cosas, y a la vez se está viendo desde algún rincón.

MARINERO 1º: —¿Por qué estás tan callada, morenita? Un día solo, una hora sola es un cuchillo que corta las redes para siempre. ¿Te creés que basta volver y buscar, abrir los postigos y decir: “Borrón y cuenta nueva”?

2 comentarios:

  1. Rodolfo, has elegido un fragmento encantador de este escritor, al que le llovió ayer una avalancha mediática de cariño. Muchos ven en ello una cursilería inaceptable. Creo que los ídolos lo son por algo, y también defiendo de cuando en vez algunos que lo son para mí, pero procuro poner distancia en el juicio, estoy persuadido de que la gran lección del arte es anónima y universal.

    Estas biografías ridículas ya me han causado algún problema en facebook, hay personas que no toleran bien el ocaso de los ídolos. Y yo me voy poniendo idiota a veces, cuando me canso de contemplar la pantomima en la que se convierte todo por mor de una efemérides. Cortázar es un alma especial, leyéndolo aprendí a leer. Un fuerte abrazo, querido amigo.

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    1. Es muy curioso advertir esta avalancha, Manuel. Sobre todo cuando reparo en todos los escritores en los que en definitiva ya no pensé lo suficiente: Bioy Casares, Octavio Paz, Efraín Huerta... (peor deshonra con el último, porque es lo más cerca que puede tenerse a un escritor coterráneo por acá).

      Yo sí disfruto las biografías ridículas. En primer momento parecería que van a molestarme, después lo cierto es que me alegran bastante. Creo que dejar de sobredimensionar cosas es signo de lucidez. No puedo cerciorarlo, porque cuesta ejercitarlo. Pero sí puedo percibirlo claro en muchos textos tuyos.

      Como yo soy apasionado a la usanza caricaturesca, intento callar al máximo las reiteraciones, los textos muy románticos. Muchas veces esto deviene en silencio. Silencio tenso, si bien me va. Siempre gracias por pasar, querido amigo.

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